ESCENA 11

EN POS DEL LOGO
(CUANDO LA FICCIÓN IMPORTA MÁS QUE UN FICCIONISTA)




Algunos dicen que sin tiempo no hay ficción, que sin tiempo no hay siquiera espacio para el más insignificante silencio del silencio.


Pero dicen que dicen que, cuando el tiempo no alcanza para dar voces a las ficciones de todos, los escritores de Obnúbila ofrecen su silencio. Lo que estos tipos creen es que escuchar al otro es, siempre, más importante que aquello que uno puede decir todo el tiempo. Permitan ustedes que me atreva al placer de esta premisa, y celebre entonces, la maravilla de tener oídos para honrar la voz que sigue.




Te escuché decir alguna vez, querido amigo que somos inconclusos cuando nos reconocemos suicidas.
Quien una noche cualquiera llegue para soñar mi sueño asumirá la pesadilla de resucitarme. No recomiendo semejante comparecencia, aliento mejores accidentes.
Y me duermo despeñando la cabeza en el abismo de la cama. Y al despertar, pierdo el juicio y me sumerjo en un estanque de palabras. El lenguaje es una jaula.


Me escuchaste decir, que algunas veces, al despertar me miro en el espejo para saber que: “La cabalgadura de un rey ignorante no necesariamente es un burro.”
Mi caballo por un reino. Mi burro por un reino.


Querido amigo, los muertos y los inconclusos, al igual que los vivos, ignoramos qué hay más allá de la muerte.
Los muertos y los inconclusos, al igual que los vivos, no saben de dónde vienen.
La ignorancia resulta ser nuestra mejor estampa.


Querido amigo, toda estrella es fugaz. El universo es un instante.
Y donde termina el universo, comienza el infinito.
En ese lugar conviene instalar a un teólogo con un espejo en la mano. ¿Qué especulaciones iluminarán su espíritu en tamaña frontera?


Vamos a suponer, en este acto de ocaso, que los horizontes juran fidelidad al mundo y que, antes de la Historia, todo era verdad.


Ha escrito aquel poeta de bambalinas: La primera palabra, Ubú, es una palabra jamás pronunciada.
Y el hecho teatral es, necesariamente, irreversible.


Querido amigo, la escritura es el epitafio de la voz.


La escritura es un intento desesperado por representar los sonidos del pensamiento.


La expresión oral del pensamiento determina su ausencia.


Todo relato es un anuncio del siguiente.
Pero vivir esperando algo, amigo mío, devalúa el presente.


Necesito encontrar palabras que puedan representar mi pensamiento. No se trata de recordar las palabras que pensamos; si así fuera, bastaría con ejercitar, apenas, la memoria. El pensamiento no discurre sólo por códigos alfabéticos. La intuición y la percepción de una idea van más allá de su traducción. Rara vez uno escribe lo que piensa, por lo común uno escribe lo que escribe. La escritura es una ínfima y falaz expresión del pensamiento.


Decías alguna vez que a muchos escritores de esta ciudad les cortan la lengua para obligarlos a escribir todo.
Y todos los escritores relatan siempre la misma historia. Lo mismo acontece con los suicidas inconclusos.


Antes de la Historia, todo era verdad.


Abandonar el lugar es, en algunas ocasiones, hacer caminos.
Los inconclusos, encadenados a la excusa de las ciudades, nos hacemos el cuento de la escritura. Y así como en todo mapa existe un sitio que no pertenece a este mundo, en toda escritura se extiende un sendero que conduce a los Teatros del Cuento.


Mañana comienzo el viaje. Siempre mañana, siempre inconcluso.


Guardo en mi mochila, además de los trebejos necesarios, una “Plegaria para el Hacedor de Caminos”. Dejo copia para el que sigue. Querido amigo mío…


“Que tu sombra acompañe las huellas por labrar; abandona sin remordimientos las que se aferren al paso dado.
Que los desiertos te abran el horizonte cuando amarres el alma a un recuerdo.
Que los bosques templen tus miedos atroces en las costillas de un lobo.
Que los pueblos no te oculten el camino cuando escuches la voz de sus calles.
Que los hombres no humanicen tus gritos desesperados.
Que los sueños no te despierten en la mitad de un milagro.
Que las palabras te signifiquen cuando te busques en los laberintos de un relato.
Que la lluvia te llegue del cielo y no de los dioses.”


Antes de la Historia, todo era verdad.
Después de la Historia, todo es ficción; que es decir lo mismo.






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