INTROITO
Estigmado público, respetable público.
Con los escombros del fracaso continuo ha sido fabulado
un Manual del Minificcionista. Toca a este mensajero
representar ante ustedes la transposición didáctica
de algunos fragmentos de la Lección Nº71intitulada:
"De eslóganes, proposiciones, prejuicios y otras datas".
Con los escombros del fracaso continuo ha sido fabulado
un Manual del Minificcionista. Toca a este mensajero
representar ante ustedes la transposición didáctica
de algunos fragmentos de la Lección Nº71intitulada:
"De eslóganes, proposiciones, prejuicios y otras datas".
Palabras nunca dichas por Macedonio
en las III Jornadas Nacionales de Minificción.
en las III Jornadas Nacionales de Minificción.
Para el desarrollo empírico de los protocolos pautados en esta lección debe el minificcionista coleccionar un número reducido de eslóganes, proposiciones, prejuicios u otras datas extraídas del reservorio cultural suministrado por los cánones de uso popular y/o académico.
Luego, sencillamente, haga notar su corpus. Extienda su corpus por el mundo porque “el que no tiende no entiende”.
Pueden recordarse algunas perogrulladas recogidas en anteriores lecciones del manual:
Benedicto Espinosa desagregó cuestiones inherentes al acto de habla:
“Hablar de un escritor puede no ser lo mismo que hablar de su escritura.
Hablar de un género literario no implica, necesariamente, hablar de lo literario del género.
Hablar de un libro no siempre significa hablar acerca de lo que está escrito en el libro”.
Diógenes Hozté supo recomendar:
“Cuando asista a eventos literarios, guárdese bien de quienes están más interesados en decir que han escrito un libro que en decir lo que han escrito en ese libro”.
Cuando se trataron los Alfabetarios de la minificción, retomamos los artículos que Hugo Alejandro Anirak escribió a finales de los ochenta del siglo pasado en las terrazas de Aonikén:
“Algunos creerán que la minificción será un dado número de palabras o un texto asentado en soportes no convencionales.
Pero sin ficciones no habrá mini ni macro ficciones.
La minificción no es una colección de palabras cuyo número no supere una cota establecida. Cien palabras no hacen una minificción.
Y aunque la minificción será una moda, la ficción no sufrirá esas contingencias.
Del informe de David Ovich al Grupo Editor de Sueños referimos:
“Y hablando de soportes no convencionales: Una zapatilla es un soporte válido para registrar la escritura de una ficción, pero el soporte no es lo que debería trascender. El soporte no es el fin. Pues podría recordarse una zapatilla escrita más que lo escrito en una zapatilla.
Lo mismo ocurre cuando el escritor somete su escritura a sí mismo para reclamar dominios de autoridad. Con esta práctica autoritaria, tal vez se recuerde al autor más que a su escritura.
A veces, cuando subordinan la ficción al género, al autoritarismo o a los soportes, los minificcionistas suelen convertirse en miniescritores.
Hay mucha gente que no tiene tiempo para leer porque está todo el tiempo escribiendo.
También hay mucha gente que no tiene tiempo para leer un libro porque está todo el tiempo comprando libros. Este es el gran consumidor forjado y educado por el mercado editorial.
Casi todas las editoriales publican libros para vender, no para que se lean. El mejor comprador de libros es el que no lee los libros que compra pues, si está leyendo, no está comprando.
Incluso, ciertas editoriales ya están vendiendo libros en blanco.
Queridos compradores de cultura, es hora de revisar vuestras bibliotecas”.
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